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¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién sabe!

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Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos.

Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaron para condolerse con él y lamentar su desgracia, el labrador les replicó: ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién Sabe!.

Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos salvajes. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Éste les respondió: ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién sabe!.

Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró aquello como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién sabe!.

Unas semanas más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quien sabe!.

Todo lo que a primera vista parece un contratiempo puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser realmente dañoso. Así pues, será postura sabia que dejemos a Dios decidir lo que es buena suerte y mala suerte, y le agradezcamos que todas las cosas se conviertan en bien para los que le aman.

Esta historia se encuentra en el libro "Sadhana, un camino de oración", del místico y sacerdote católico Anthony de Mello (1931-1987).
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2 comentarios:

  1. En la vida nosotros nos la complicamos solos.
    Lo unico que tenemos que hacer es vivirla tranquilos

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  2. Muy bonita reflexión no hay mal que por bien no venga, y Dios es el único que nos tiene la repuesta de aquel inconveniente que tuvimos el porque fue.

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